viernes, 15 de julio de 2011

El encuentro con la corte del Rey Arturo

Cabalgando los caminos en compañía de la luna y las bestias de la noche, Parsifal llegó a Nantes, donde se hallaba la corte del Rey Arturo y su Mesa Redonda, ahí pediría ser armado caballero.
A las puertas de la ciudad, encontró a un caballero que cubría su armadura con una capa color carmín, tejida con hermosura y empeño, del tipo de telas que los sarracenos saben hacer muy bien. Por el color de su capa, el caballero era conocido como el “Caballero Rojo”, y respondía al nombre de Ither.
-          Hey tú, ¿vas con el Rey Arturo? Preguntó el Caballero Rojo.
-          Sí, tengo intención de hacerme caballero.
-          Dile al Rey Arturo que lo reto a un duelo a él y a su corte, para defender mi honor y mi derecho sobre mis tierras y vasallos.
-          Así lo haré.
Y Parsifal se dirigió al Castillo, donde fue tomado por bufón por su aspecto raro. En el salón comedor, la larga mesa soportaba suculentos platillos, carnes de toda especie cocinadas de los modos más exquisitos, los cubiertos eran de plata y los comensales los usaban con soltura; los caballeros estaban sentados en un extremo, mientras que las damas y doncellas se ubicaban al otro lado. La conversación era amena y cordial. Y si de la comida hemos dicho que era un deleite, qué no decir de los vestidos de telas refinadas y coloridas, encajes de Holanda, zurcidos de Escocia y pliegues de Bretaña.
Estaban ahí los caballeros de Gales, los de York, de Bretaña, y hablaban sobre sus hazañas; las doncellas debatían sobre las nuevas ideas que llegaban de Oriente.
Al entrar, Parsifal tropezó con un cocinero y le derramó el plato, provocando un gran estrépito que llamó la atención de los comensales.
-          ¿Qué pasó? Dijo el Rey Arturo
-          Nada, señor, que llegó el bufón y ha comenzado a divertirnos y dejarnos hambrientos. Dijeron así porque le derramó la sopa al cocinero.
-          Pasa, pasa y haznos reír.
Parsifal se adelantó y en medio de la mirada de todos los asistentes tomó el laúd y entonó una canción aprendida con la ardilla, que hizo reír a todos.

martes, 12 de julio de 2011

curso de verano

En el Faro Argentina tenemos 15 lugares para el Curso de Verano que comenzará el 18 de julio.
ven e inscríbete!!!

Vocación de Parsifal

Crecía Parsifal en edad y tamaño, mientras en su corazón creía un deseo de mirar fuera del bosque. Caminaba una mañana junto de sus compañeros los animales cuando el sendero se iluminó con el resplandor de hombres a caballo. Eran caballeros que cruzaban por ahí en dirección de la corte del Rey Arturo llamados por lo silencioso y fresco del bosque.
Al verlos, Parsifal se maravilló pues nunca antes había conocido caballeros. Se puso de rodillas ante ellos, asombrado por su esplendor y preguntó con la mayor humildad, si eran Dios.
Los caballeros rieron de ver tan candor, y le dijeron que eran en verdad caballeros al servicio de Dios y del Rey Arturo. Parsifal no sabía lo que decían, así que les pidió le contaran un poco más. Ellos le contaron las hazañas con que fueron nombrados caballeros, de las damas que defendieron con su espada y de la justicia que salvaron con su valor y fidelidad al juramento dado a Arturo.
Parsifal escuchaba como encantado por pócima mágica, sus ojos miraban las armaduras y las espadas con asombro y simpatía. Cuando hubo terminado de escuchar dijo convencido:
-          ¡Quiero ser caballero!
-          Para eso es necesario que el Rey Arturo te nombre así, debes realizar hazañas dignas de tal nombramiento y entonces serás nombrado de la espada Excalibur del Rey Arturo.
Oído esto corrió hacia la cueva donde su madre lo esperaba y le contó todo de la caballería. En su corazón la emoción era tan grande que salía de su boca el relato más fascinante de las hazañas de los caballeros; le contó a su madre de los dragones que surcan el cielo lanzando llamas de sus gargantas, de las doncellas encerradas en altas torres, de los magos y sus hechizos capaces de volver piedra a los guerreros más temibles o de convertir en simples sapos a los apuestos príncipes. Su madre sintió como un puñal que atravesó su corazón al ver que todos sus esfuerzos eran vanos, pues que Parsifal tenía sangre de caballero y nada lo podría desviar de su destino; una lágrima se deslizó por sus mejillas.
-          Tu llanto, madre, hace que este feliz día se vuelva amargo para mí.
-          No es nada Parsifal, mi llanto es de un dolor que planeaba yo evitar; pero ya que tu corazón siente el llamado de la caballería, no puedo sino darte la bendición y encomendarte al Señor que siempre te acompañe.
Pero le dio un traje ridículo, pensando todavía tenerlo de regreso cuando todos se burlaran de él. Marchó Parsifal por la mañana, en sus ojos corría el llanto de ver por última vez los bosques de Gales y sus compañeros de infancia; su madre agitaba un pañuelo desde la caverna desconsolada. Ahora comenzaban las aventuras de Parsifal en el mundo.

martes, 5 de julio de 2011

lecturas de verano

Infancia de Percival.
Percival fue un caballero desde su nacimiento. Hijo de Gamureth no podía ser de otro modo; pero su madre, por alejarlo de su destino, lo llevó a vivir a los bosques de Gales donde vivía entre la naturaleza, viendo los días y las noches que asomaban entre los árboles y los cantos del ruiseñor que anunciaba las estaciones.
Nada sabía Percival de las hazañas de caballeros, los héroes no existían dentro del bosque de Gales. Percival junto a su madre recorría los senderos entre matorrales, recostaba al oscurecer la cabeza sobre la hierba y aprendió a escuchar el camino de las bestias con que acompañaba sus juegos.
Un juego tenía Percival que le agradaba sobremanera, había fabricado un arco con una vara que no se rompía ni con el peso de todo su cuerpo recargado, la asió de un cordón que su madre tejió y de esta manera el palo dócil se entregaba a su dominio.
Cruzaba Percival los bosques lanzando flechas certeras, sobre árboles y enemigos ficticios, pues que sentía en él, el llamado desconocido de la aventura que todo caballero en su interior lleva. Su flechas atravesaban el cielo como los rayos del sol, diríase este muchacho heredero de Apolo el dios flechador, pues que con sus lances provocaba contento a las bestias que descubrían siguiendo sus saetas la puntería sin igual.
Por lástima, que no hay vida que se deba despreciar, Percival asestó por error a un ave que su vuelo equivocó, la flecha el peto atravesó volando entonces su espíritu y su cuerpo al suelo cayó. Sin vida el diminuto cadáver le descubrió que la muerte es fin de las creaturas. Con el llanto por delante Percival a su madre acudió, pidiendo que volviera a la vida al ruiseñor.
Nada se podía hacer, no está al hombre decidir sobre la vida de otra creatura ni su fin. Tal vez lo único sí esperar de Dios perdón, pues que a él es permitido cambiar culpa en perdón.
-          ¿Quién este Dios que puede tanto bien? Preguntó Percival.
-          Es el más grande que el hombre no conoce, pero que está siempre presente, bueno, radiante y bello como nada y como nadie. Él tú corazón conoce, a él ningún secreto se esconde, y amarlo es el gran premio para el hombre, porque a su lado todo es grato y todo es bueno, y ningún sufrimiento apaga el bienestar de su presencia.
De esta suerte, Percival regresó al bosque a contar a sus amigos, las bestias del bosque lo que de Dios había escuchado. Y miraron el atardecer ocultar el sol entre los pinos, miraron la noche como obra de ese “Dios”, y en todo veían que estaba presente.
versión de Carlos Ciade para el Curso de Verano del Faro Argentina

viernes, 6 de mayo de 2011

El decreto del zar

A raíz del ambiente de violencia que vive el país, inició el día de ayer la marcha por la paz con justicia y dignidad. La participación en dicha marcha es una posibilidad de manifestar nuestro fastidio. Podemos pensar que una marcha no devuelve a los inocentes muertos, que el sufrimiento clama sangre para ser satisfecho; sin embargo, el hecho de que una víctima como lo es Javier Sicilia, pida marchar en silencio, pedir la dignidad, y en vez de montar en cólera llame a la unidad es un hecho que merece la atención de quiénes piensen seriamente en dar una solución al problema.
De algún modo, la postura de Sicilia y todos y todas quienes se suman a esta marcha, pueden ser paragonados con Pelagia Vlassovna, la poderosa madre de la obra del mismo nombre de Bertolt Brecht, quien tras la muerte de su hijo reclama que no ha sido un inexplicable designio de Dios quien le ha quitado la vida, sino "el explicable decreto del zar". El zar de nuestros días no puede, aún si nos mueve nuestro esquivo corazón a pensar así, ser señalado como el presidente únicamente. El decreto del zar de nuestros días es el modo en cómo juzgamos a los demás, el modo en cómo nos desinteresamos de lo que sucede a nuestro alrededor.
Es tan hondo este desinterés que nadie escucha a nadie. Todos queremos hablar. Sumidos en este monólogo exterior - nada que ver con aquella consciencia de Dostoievski, ni siquiera con la de Joyce -, buscamos oírnos a nosotros, que los demás sean un eco de mí, una extensión autónoma que por libre decisión hace lo que yo digo. La realidad como un reflejo de mi interior. Éste es el decreto al cual nadie se revela.
Cuando las causas se han multiplicado, al grado de ser demasiadas y las más ajenas, esta Marcha hace un llamado a la paz, la justicia y la dignidad, no a la horca o la masacre. Es un llamado a cada uno, a un trato digno.
El problema es que la dignidad, la justicia para que traigan paz no pueden ser cómodas, no pueden ser decretadas como leyes de relaciones asépticas, donde nadie molesta, sino que al contrario la dignidad y la justicia son una acción, un modo y, dicho con ánimo estridente, un contaminarse del otro, dejarse enlodar por el otro.
El llamado es para todos, aún quienes no participen en la marcha por razones varias e incuestionables, lo que sí ninguno podemos hacer ahora es mantenernos mirando desde nuestra sala frente al televisor valorando igual la muerte de los mineros de Cuahuila que la boda del Príncipe William. Habrá por tanto de liberar a nuestro corazón de los decretos de nuestra inocencia inmóvil.

sábado, 26 de marzo de 2011

semana cultural

A partir del lunes 4 de abril y hasta el sábado 9, el Faro del Saber Argentina invita a asistir a la semana cultural que se realizará en sus instalaciones de Lago Caneguín s/n, en la colonia Argentina Antigua, de la Delegación Miguel Hidalgo de la Ciudad de México.
Te invitamos a participar en nuestras jornadas culturales.

viernes, 11 de marzo de 2011

La ciudad de Antaño

¡Qué enorme diferencia de la ciudad de hoy a la de hace unos sesenta años! En primer lugar los arcos que hasta hace dos años llegaban hasta la Ribera De Santa María, entonces se prolongaban hasta la calle de Mariscala, y México por ese rumbo concluía al finalizar el puente de Alvarado…
De ahí de esa garita en adelante sólo había unas cuantas casas señoriales, con las puertas constantemente cerradas, la mayor parte de ellas sin habitantes y todas presentando un aspecto tristísimo, lóbrego, sombrío.
Entre casa y casa y con particularidad en la acera que ve al norte, había tramos enormes ya despoblados y convertidos en basureros o ya cerrados  por viejas y mohosas paredes, carcomidas por los años, dejándose escalar con toda violencia por la yedra y el jaramago y presentando el aspecto más salvaje y primitivo que se pueda imaginar.
Las banquetas no existían; pero en cambio corría en toda la longitud de aquella calzada una acequia inmunda paralela a los arcos, la cual nacía delante de la Tlaxpana y venía a morir en la acequia que pasaba por frente de la garita en donde había un puente que aún subsiste.
Entrando a  México por ese lado, y hay que tener en cuenta que era entonces como ahora el más bello, se comprimía el corazón y se presentía no una ciudad, sino una cloaca.
La negruzca e impotente masa de los arcos, se dejaba atravesar por el agua de tramo en tramo y esta agua que caía formaba unos remansos encantadores y llenos de vegetación.
***
Seguía después la Alameda, circundada por otra inmunda acequia y una barda de cal y canto capaces de quitar la alegría al corazón más refractario a la tristeza. Esa cerca parecía querer evitar  que los transeúntes se llevaran un árbol en la bolsa o cosa por el estilo. En los prados de esa alameda no había plantas, ni cultivos, ni cosa que lo valiera; pero en cambio estaban limitados todos por unas enormes y toscas rejas de madera, unas desbarajustadas, otras desbarajustándose, caídas unas y cayéndose otras, todas pintas de aplomado y de un aspecto feísimo.
Las calles del paseo tenían todas una banqueta central de lozas limitadas por adoquines, los arboles estaban tristes, opacos, sin nidos y poblados de una inmensa cantidad de zopilotes que regaban el paseo de algo que no era precisamente esencia de rosas.
La alameda era el paseo más antiguo de México y hasta aquella época ni había sido cuidado ni hermoseado.
Internándose en la ciudad por cualquier rumbo se encontraba uno con calles solas, tristes y sucias, por el centro de las cuales atravesaba un caño inmundo, con banquetas  de una vara de ancho por las que cruzaban un número tan crecido de frailes que no hay a qué comparar, porque había una cantidad crecidísima de conventos.
El tiempo todo lo cambia. La enorme diferencia que hay de la ciudad de hoy a la de entonces, la hay también entre las costumbres de ahora y las de antaño. Pero eso ya sería materia de otro capítulo.
(Tomado de México Grafico, 7 de abril de 1889.)
Ma. Del Carmen Ruiz Castañeda, La Ciudad de México en el siglo XIX
Clasificación: 972.532/R84/L10743

jueves, 10 de marzo de 2011

Recomendación Bibliográfica

HISTORIA
“En medio de joyas, en medio de oro se ensancha el Árbol Florido”
Cortes decidió iniciar el reparto de tierras en Tacuba pues de esta forma se aseguraba el abasto de productos agrícolas frescos a la incipiente ciudad de México, que, vale enseñarlo, se poblara rápidamente de españoles recién llegados, quienes veían un amplio mercado potencialmente cautivo. Por otro lado, las propiedades españolas a lo largo de la Calzada de Tacuba permitirían, llegado el caso, un rápido escape de la ciudad o la expedita llegada de auxilio ante cualquier contingencia. “El origen de las propiedades rusticas que se formaron en Tacuba y sus alrededores datan del siglo XVI. Las cualidades que ofrecieron sus tierras eran inmejorables: su cercanía a la ciudad de México, fertilidad y el suficiente caudal de agua para sus cultivos. Para conservar su medio ambiente y su atractivo natural, se estableció que los dueños y arrendatarios que poseían olivares, viñas, huertas y hortalizas, deberían cercarlos con plantas y árboles para que conservaran la individualidad”.
Miguel Hidalgo. Monografía, Gobierno de la Ciudad de México 1997, pagina 46.
Clasificación: 972.5363 / M53/ LO1489.

Cartelera mes de Marzo

En este mes hemos escogido la pintura de Castagnino, pintor argentino, que nos muestra la dimensión del hombre como parte de un pueblo, con sus pasiones, tristezas y alegrías; una imagen realista del hombre .

Del mismo modo, hemos elegido el poema de Martín Fierro, que es considerado el poema nacional de Argentina, y que nos habla de que el hombre para poder cantar su dicha y su tristeza, para contar su historia, no necesita tener los grandes estudios, sino simplemente seguir un camino junto a otros.
faro

Bienvenida

Estimado lector,

en este espacio te mantendremos informado sobre las actividades del Faro Argentina. 
Aquí podrás encontrar recomendaciones de lecturas, consejos de estudio, referencias a sitios de interés y podrás contactarnos y hacernos llegar tus comentarios.

Sin más por el momento, te dejamos con la cartelera del mes de marzo para que nos visites.

Saludos,
Carlos Ciade
Faro del Saber Argentina
Administrador